Serpientes

No es demasiado habitual encontrar una serpiente en casa, aunque en los últimos años se ha puesto de moda tener como mascota a toda clase de reptiles y anfibios. Lejos ha quedado la mitológica imagen del animal que logró expulsar del paraíso a Adán y Eva. De cualquier forma, cada cultura alberga un sentimiento distinto hacia este temido y respetado reptil.

Para mantener una mascota como ésta en casa, es necesaria mucha información acerca de sus costumbres, alimentación, temperatura y hábitat ideal. Por otra parte, no todas las serpientes son adecuadas para criar en cautiverio, por lo que se debe tener en cuenta cuáles son las más aptas para ello.

Al igual que los anfibios, las serpientes se diferencian de los mamíferos en que no controlan su temperatura corporal por sí mismos, sino que ésta se regula por el medio ambiente. La temperatura ideal de los reptiles está entre 20 ºC y 40 ºC. La piel de estos animales es seca, no tiene glándulas.

Su Espacio

El espacio del que disponemos en casa es un factor importante y determinante para garantizar la salud de la serpiente. Las boas crecen rápidamente y la movilidad cumple un rol muy importante en ellas, al margen de que necesitan lugar para un correcto crecimiento y para hacer la digestión.

Alimentación

La mayoría de serpientes mantenidas como mascotas se pueden alimentar con ratones y otros roedores. No obstante, algunas tienen hábitos más especializados y su dieta puede incluir aves, peces, otros reptiles, anfibios, huevos e invertebrados.

Una vez por semana es la frecuencia más habitual para alimentar a una serpiente, pero esto puede variar con la especie, tamaño y edad.

Es preferible acostumbrar a la serpiente a comer roedores muertos para evitar accidentes.

Las deficiencias nutricionales son muy frecuentes en los reptiles, aunque no tanto en las serpientes, gracias a su hábito de ingerir la presa entera. En cualquier caso una dieta equilibrada es imprescindible para mantener y criar con éxito reptiles en cautividad.

No hay serpientes vegetarianas. Todas ellas son carnívoras, pero su alimentación puede variar enormemente según la especie, y en menor medida con la edad, tamaño y estatus reproductivo.

La mayoría comen básicamente roedores, pero las hay con hábitos más especializados, que se alimentan de aves, peces, otros reptiles, ranas, huevos, invertebrados, etc.

Cuando adquirimos una serpiente es necesario informarse bien sobre su dieta natural y sus necesidades, ya que hay muchas tiendas de animales que informan poco y mal.

Gran parte de las especies mantenidas como mascotas se pueden alimentar básicamente con roedores y pequeños mamíferos, como ratones, ratas, jerbos, cobayos y conejos.

Las crías de ratón y hámster, conocidas como “pinkies”, son especialmente adecuadas para la alimentación de serpientes pequeñas.

La calidad de un roedor como alimento depende directamente de la calidad de la dieta de ese roedor. Los roedores deben ser alimentados con un pienso adecuado, y evitar animales obesos, malnutridos o enfermos. De otro modo nuestra serpiente no estará bien alimentada. El mismo principio se aplica para los insectos, y cualquier animal que vaya a servir de alimento a otro.

Los roedores pueden mantenerse congelados sin perder casi nada de calidad como alimento.

¿Con Que Frecuencia Hay Que Alimentar a Una Serpiente?

La falta de información sobre la cantidad y frecuencia de alimentación hacen que la obesidad y la inanición sean problemas habituales. Las siguientes pautas son tan solo orientativas, y no deben ser tomadas como normas absolutas.

Las serpientes adultas de la mayoría de especies que se alimentan de roedores pueden comer una vez por semana. Aunque las presas pueden ser bastante más anchas que la cabeza de la serpiente, tampoco deben tener un tamaño excesivo. Es preferible dar varios ratoncillos o presas medianas que una sola presa muy grande. El sentido común y la observación de la serpiente deben guiar la elección del tamaño del roedor.

En general, cuanto menor es el individuo, con mayor frecuencia hay que alimentarlo. A las crías y juveniles en crecimiento, y a especies más activas, como las Elaphe spp., se las puede alimentar una o dos veces por semana.

Antes del periodo reproductivo, que suele iniciarse tras una “hibernación”, también conviene aumentar la frecuencia de alimentación para las hembras.

Los ejemplares más viejos y de mayor tamaño, o de especies más sedentarias como las boas, pueden comer cada 10 días o incluso cada dos semanas.

Al contrario de lo que mucha gente piensa, las serpientes casi siempre se pueden acostumbrar a consumir sus presas muertas.

Es preferible que los roedores ofrecidos estén muertos, porque es muy habitual que el roedor muerda o provoque serias heridas a la serpiente. Estos accidentes pueden ocurrir si la serpiente está anoréxica o en baja forma, porque la situación del terrario es antinatural, y no permite que cada uno se vaya por su lado como ocurriría en la naturaleza.

Para acostumbrarla a comer presa muerta hay que ofrecérsela calentita, poniéndosela delante y moviéndola con unas pinzas. Una vez acostumbrada, se puede disponer incluso de roedores congelados, lo cual facilita mucho el aprovisionamiento. Deben descongelarse a temperatura ambiente, o un poco calentitos, y ofrecerse con el pelo bien seco.